
Me ha ocurrido, estuve un día sin que el dolor estuviera presente en mi mente y se reflejara en mi cuerpo, concretamente en mis pies, son un desastre.
Para mí son como dos cosas, seres, personajes...independientes de mi cuerpo, hay días en que les insulto y días en que les mimo. Lo malo es que me siento un poco culpable de que me duelan, tal vez no he sabido cuidarlos para que un dolor crónico se quedara dormido en el infinito y no viera nunca la luz.
Estoy aprendiendo a vivir con el, ya forma parte de mi vida, una vida muy limitada, gracias a el. Intento no hacerle caso, aunque a veces se me apodera....me ha costado mucho asumirlo, he necesitado la aceptación de los demás, pues el dolor no se ve, solo se siente y da la sensación que para mi alrededor es casi una mentira, aunque no lo reprocho, he sido muy pesada...
Posiblemente he estado equivocada, pero he de decir que me ha tenido sumida en la tristeza hasta amargarme y amargar la vida de los que están a mi lado, pero esto se ha terminado, el dolor sigue, pero mi amargura se esta marchando.
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